¡Buenas tardes!
¿Si la semana pasada os hablaba un poquito de mí, ahora toca hacerlo del salón no?
La andadura comenzó en un local muy pequeño, 20m² para ser exactos en un edificio antiquísimo de nuestro bendito Fuencarral. No era lo mejor, pero era lo que se podía…suerte la mía que tenía una clientela fiel ya, y me acompañaron en mis comienzos. Gracias de verdad.
Dos años más tarde pudimos trasladarnos a un local más grande y más bonito, aquí llevaba de regalo a la peque de la familia, pero eso es otra historia. Tres años después llegamos al actual, el que todos conocéis y si no, venir a vernos. Aquí pudimos ampliar nuestros servicios y añadir dos cabinas de estética, con todos los servicios que ello conlleva.
Cada local ha tenido sus momentos felices, y los llevamos en la mochila. Este es especial, los que sois del barrio sabéis que hubo un banco, y luego estuvo cerrado unos cuantos años, por su localización y amplitud es un local que siempre me llamó la atención, me encantaba, me parecía perfecto, aunque ahora sí que le encuentre los defectos. La anécdota aquí es que después de estar muchos meses buscando en páginas de alquiler, del propio banco, y todo lo que se me ocurrió, un viernes por la tarde pusieron un cartel, mi marido llegó a casa diciéndome: han puesto un cartel «en tu local» y allí que fui, cuando cogí los datos de contacto ya eran las 21.00 de la noche, pero aun así mandé un correo a la dirección indicada, el lunes a primera hora evidentemente no tenía respuesta así que yo llamé hasta o tenerla, consiguiendo así hacer una visita esa misma tarde, en la que yo misma retiré el cartel y hasta hoy.
Fue una inversión grande, por los requisitos que el banco exigía y la obra a realizar para crear el salón del que hoy todos disfrutamos. ¡Ha merecido la pena!
De esto extraigo una moraleja evidente, si quieres algo, ve a por ello y como dice la gran @lolanavarro «insiste, persiste»
Hasta aquí por hoy…seguiremos en contacto.
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